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miércoles, 20 de febrero de 2013

MOACIR


por GABRIELA MÁRSICO




Tomás Lipgot (Fortalezas, 2010) conoció al Moacir del título en el hospital neuropsiquiátrico Borda. En aquel filme reunía historias de personas recluidas en instituciones entre las que se encontraba Moacir dos Santos, brasilero, pero nacionalizado argentino desde 1984. Según la Wikipedia, Moacir es un genuino artista popular brasileño que nació en una familia de condición muy humilde y que se crió en una favela. Lo que sabe de música lo aprendió en el morro o en las calles donde a veces se ganaba monedas ayudando a sus hermanos mayores.
Moacir vino a la Argentina en busca de trabajo hace treinta años, y registró en SADAIC una docena de canciones propias. Estuvo internado en el Borda, debido a problemas de salud mental, durante más de diez años, en donde conoció justamente a Tomás Lipgot que realizó su primer filme: Fortalezas, pero volvió por más, por Moacir. Ahora Lipgot quería dedicar un filme entero a la historia de vida de semejante personaje. Sin embargo, cuando Lipgotvolvió al neuropsiquiátrico Borda, Moacir se había externado consiguiendo también un subsidio habitacional que le permitió alquilar un cuarto de pensión en Constitución. 
Tomás Lipgot, el director de Moa-cir, afirma que los hospitales neuropsiquiátricos no deberían existir. Son contraproducentes, es imposible que el espíritu mejore en condiciones de encierro, descuido y maltrato.
El rodaje del filme gira en torno a la grabación del tema del mismo Moacir: Marcha de un travesti que a su vez se va a constituir en el proceso de construcción del personaje -deliciosas escenas de preparación y acicalamiento(tuneo)- donde Moacir junto a Pángaro elegirán pelucas, maquillaje y vestuario para la grabación del tema. Y es justamente en esa construcción del personaje el momento en el que aparece el modo en el que al producirse como artista Moacir conquista además una nueva dimensión artística, es decir, que su música le restituye su condición de artista, esa condición perdida y añorada durante los diez años que pasó hospitalizado.
En este proceso creativo de cruces y entrecruces con Sergio Pángaro, como productor del disco y como cantante y colaborador para la grabación, la música ha devenido para Moacir en un camino de liberación, una vez que superada su condición de interno del Borda, con todo lo que ello implica: marginalidad, pobreza, locura, termina convirtiendo a Moacir en un sujeto que se autoconfigura a través de su propia música y que gracias a Lipgot y a Pángaro cuenta con la oportunidad única de descubrirse y con-quistarse como sujeto de su propio destino histórico. 
El filme abarca el proceso de grabación del disco con doce temas compuestos por Moacir entre los que se cuentan tangos, sambas, marchas de carnaval y boleros. Ese disco ya pronto a estrenarse, representa una especie de autobiografía musical, la escritura de su propia vida a través de música y canciones que lo cuentan como autor y como testigo de su propia historia, como si sus canciones fueran el soporte material por el cual Moacir llega a biografiarse, en una palabra, logra reinventarse.

En definitiva, el filme a través de Lipgot rescata la voz de un artista de talento único, y la figura de un ser excepcional 

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