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miércoles, 20 de febrero de 2013

SE VIENE DEPORTIVO BALVANERA


Por Cayetano Zemborain

              Sembrar una semilla sobre las veredas de nuestro barrio parece insólito, descabellado, imposible. La imaginación todo lo puede, entonces lancemos esa semilla que tengo en la mano, porque quizás mañana crezca un árbol, un frondoso deportivo Balvanera. Porqué no apelar al entusiasmo de los vecinos, a  ese sentimiento que nos une por esas calles can-tadas por el tango, arrulladas por un bandoneón y vigiladas tras la mirada del malevo Muñoz que paraba en la esquina de Lavalle y Junín. Alguno dirá para qué más ante tanta identidad que caracteriza a esta geografía herida en pocos años o alegre, explosiva y transitada; para qué más agregarle a tanta abundancia de policromías marcadas por la convivencia de porteños, provincianos y extranjeros, de habitantes en casas, departamentos, hoteles y conventillos.
               Por eso mismo, porque tanto color distinto necesita una institución que definitivamente provoque el sentido de la pertenencia. Un club lo sabemos le da la voz, los colores, le da la garra y la unidad de un solo corazón entre miles, así pasa en Boedo, en la Boca, en Almagro, la Paternal, Liniers, Núñez y todos los que me olvido y ustedes pueden recordar.
              Primero hay que tener , como decía, el entusiasmo de querer que sea, después estar presente en la primera asamblea a la que convocaremos seguramente en un espacio amplio que nos preste alguna de las tantas instituciones  existentes por aquí o por qué no en el teatro Empire o el Sha.
     Allí se labrará la primera acta fundacional, se escucharán las voces de las vecinas y de los vecinos. Sugerimos, apuntamos que evitemos caer en Sportivo, club, atletic, hablemos con nuestro idioma. Como toda asociación civil deberá tener su estatuto, sus auto-ridades, un domicilio legal por razón de los requisitos que exige la Inspección Federal de Justicia y para el final cerrados aplausos. Los colores, el himno, los cantos de la hinchada vendrán después.
        En este devenir o porvenir de un futuro Deportivo Balvanera, hay que traer a la memoria los orígenes, el nacimiento de todos los clubes existen-tes en esta cosmopolita Buenos Aires y después los que surgieron a lo ancho y a lo largo de nuestro país. Muchos de ellos acunados con los primeros acordes de nuestra música ciudadana y bailongos orilleros, acompañados por la creciente inmigración de sucesivas oleadas de españoles, italianos, judíos, ingleses, polacos, turcos, armenios y de otras latitudes que vinieron a forjarnos la patria.
     Decía traer a la memoria, para expresar que aquellas asociaciones culturales, sociales y deportivas tuvieron el germen en la amistad, en la voluntad de reunirse con distintos fines, por supuesto siempre altruistas, a manera de hacer converger a niños jóvenes y adultos para darle cabida al contenido de un barrio, a esas vidas que después tendrían la idiosincrasia de la pasión y el amor por una cuadratura, unos colores y una parroquia, una escuela y una biblioteca. Baste recordar, a la primera institución señera en ese transcurrir lento pero firme como lo fue el Club Alumni, del que dijera en rico diálogo reciente el poeta Antonio Requeni ser todavía hincha no obstante haber nacido en Avellaneda, aunque ya aquel campeón por nueve temporadas seguidas no esté más pero que aún sigue vivo.
     Sí, presente memoriado, aplaudido, antorcha primera del fútbol argentino. Nació allá por 1898, casi contemporáneo con el famoso tango «El Choclo», año también en que mi abuelo egresaba como Profesor Nacional de la gloriosa Escuela Normal «Mariano Acosta», un icono todavía hoy de Balvanera. Tango creado por Don Ángel Gregorio Villoldo y ejecutado en 1903 en el restaurante «El Americano», en el local situado hoy en Tte. General Perón 966.

    Ya que trajimos  a colación «El Choclo», digamos que la hermana del autor explicó que su nombre provenía de la denominación asignada a un personaje malevo y fioca, que paraba en el barrio de Balvanera, con precisión en Lavalle y Junín.Un par de yanquis lo copiaron malamente con una pieza que llamaron «Besos de Fuego», dejando el rastro de la admiración por esa música que recién asomaba y caía por las veredas porteñas, al igual que la suave llovizna de este interminable agosto de 2012. Parte de su letra nos ofrece la oportunidad de darle manija a este fueguito encendido del Deportivo Balvanera. Vayan entonces para ustedes la enorme poesía de Don Enrique Santos Discépolo que le acercó a la música de don Ángel estos versos definitivos: «Con este tango que es burlón y compadrito/ se ató dos alas la ambición de mi suburbio».
      Esas dos alas que vuelen ahora.

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cayzem@yahoo.com.ar  

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